lunes, 30 de marzo de 2015

El movimiento vecinal en Bellvitge (1970-1980)


(El siguiente texto pertenece a la comunicación que presenté a las “VI Jornadas “Historia y Fuentes Orales”. La crisis del franquismo y la transición. El protagonismo de los movimientos sociales.”, celebradas en Ávila en octubre de 1998. En el texto se hace referencia al taller de historia del asociacionismo del barrio que hicimos en 1989 y que se editó en 1991, consistente en reuniones de vecinos/as. He introducido muy pocas correcciones, la mayoría para poder colocar los enlaces.)

Bellvitge es un barrio de l'Hospitalet de Llobregat, ciudad anexa a Barcelona. Como todas las poblaciones cercanas a las grandes ciudades, l'Hospitalet ha padecido profundamente un proceso de suburbialización en los dos últimos siglos. Su misma secular independencia municipal pudo desaparecer en 1897 si diversas razones históricas no hubieran frenado las anexiones que llevó a cabo Barcelona en la villa limítrofe de Sants, aunque su término sí padeciera importantes mermas por parte de su poderosa vecina en las tres décadas siguientes.

L'Hospitalet tenía 5.000 habitantes en 1900, y llegó a tener casi 300.000 en 1981. Desde mediados de siglo es la segunda ciudad catalana en cuanto a población. Por todos es conocido el flujo migratorio casi continuo que desde todas las comarcas agrarias de España condujo a muchos centenares de miles de personas a las zonas industriales de Cataluña desde finales del siglo pasado hasta la década de los setenta del presente. Los sesenta fueron la culminación del fenómeno: la inmigración bruta fue de 850.000 personas, destacando los procedentes de la mitad sur de España, especialmente de Andalucía.

L'Hospitalet se fue llenando a lo largo del siglo XX de fábricas y, en mayor medida, de barrios de residencia obrera, desde las faldas de la Sierra de Collcerola hasta las feraces llanuras del Delta del Llobregat. En éstas últimas, en el extremo suroeste de la ciudad, junto a una ermita inicialmente románica que dio nombre al barrio, se inició la edificación de Bellvitge en 1964. Se concibió como un enorme polígono de viviendas en el Plan Parcial de 1956 -derivación del Plan Comarcal del 53- y lo comenzó a realizar como tal un solo grupo empresarial, que se había hecho con la propiedad del suelo. 

Bellvitge se construyó con un sistema basado en el ensamblaje de piezas que se fabricaban en unas instalaciones situadas en el mismo barrio; todo ello bajo la iniciativa de un grupo empresarial: ICC-CIDESA.

El barrio estaba desconectado del resto de la ciudad, y se construyó muy deprisa y desde dos focos iniciales en sendos extremos del barrio, por lo que se fue desarrollando dividido en dos sectores, Bellvitge-Norte y Bellvitge-Sur. En 1970 ya tenía 15.000 habitantes y en 1975 rondaba los 30.000. El barrio consta de tres tipos de editicios abiertos: los "bloques", de planta rectangular, con escaleras de 14 plantas y un semi-sótano, las "torres" con alguna variedad morfológica pero con mayor altura que los bloques, y unos pequeños edificios con dos plantas situados entre los anteriores donde se ubican las tiendas.

La imatge més representativa del triomf del moviment veïnal a Bellvitge: la formigonera abatuda pels veïns/es, amb una pintada a sobre ben explícita (finals de 1975, començaments de 1976; malauradament no podem assegurar l'autoria de la fotografia, Adela Sendra?, Miguel Segovia?, José Hernández?
Como en el resto de barrios obreros del país no se urbanizó casi nada y ni la iniciativa privada ni las instituciones públicas franquistas lo dotaron de los servicios y equipamientos necesarios. La sumisión a los intereses de los empresarios y la corrupción provocaron cambios en la calificaciones urbanísticas y incumplimientos de la las leyes. Y como en el resto de los barrios obreros del área metropolitana de Barcelona desde 1970 se desarrolló una lucha vecinal importantísima que, dada la situación política de entonces, tuvo un especial carácter político.

El movimiento vecinal fue tan importante como el obrero tanto en su aspecto social ­cuyo objetivo era la mejora de las condiciones materiales de vida- como político -la lucha antifranquista-, y fue una fantástica experiencia democrática. Sin embargo, no ha merecido mucha atención en la historiografía sobre el tardofranquismo y la Transición. Es una omisión que debe ir subsanándose.

Como comentamos en la introducción, el barrio de Bellvitge se empezó a construir desde dos puntos focales en extremos opuestos de su superficie. Desde el inicio, los mismos habitantes han hablado de Bellvitge-Norte y Bellvitge-Sur, y en el taller se debatió bastante acerca de esa división. Durante mucho tiempo fue muy difícil ir del uno al otro, y las dinámicas asociativas fueron muy diferentes, lo que generó hasta una manera de comportarse distinta en muchos de los residentes de cada una de las mitades.

Teniendo en cuenta que tanto la estructura física del barrio como la extracción social de los habitantes eran casi idénticas, la aparición de dos tipos de talantes asociativos diferentes generan una situación que podríamos calificar "de laboratorio" para "analizar las causas de las diferencias si aislamos las variables que incidieron en ellos.

Bellvitge-Sur (B-S) comienza a habitarse en el verano de 1965. La necesidad de asociarse surge rápidamente entre los vecinos de los nuevos bloques, que por entonces estaban aislados tanto del resto de barrios de I'Hospitalet como de Barcelona. Un equipo de fútbol que surgió en el único bar y una acción para construir un túnel que pasase por debajo de la anexa autovía de Castelldefels (hubieron algunos accidentes mortales al intentar cruzarla) fueron las primeras manifestaciones de estas inquietudes.

Pero las primeras asociaciones/entidades de B-S surgieron a iniciativa de la inmobiliaria-constructora, que creó para ello un Departamento de Promoción Social (DPS). Este DPS, dentro de la estrategia de una amplia campaña publicitaria, tenía como fin acoger a los nuevos residentes y organizar actividades de. tipo cultural. Por su cuenta, con el apoyo de algunos vecinos o del Ayuntamiento impulsaron conciertos, concursos, la fiesta mayor del barrio, etc...

Finalmente, en 1969 crean el "Casal", que aglutina todas las actividades y entidades preexistentes. Poco después el DPS desapareció. La adscripción al Casal fue especialmente importante entre los numerosos trabajadores de "Butano" que habían conseguido un piso en el barrio por la intermediación de la empresa. El primer presidente de esta entidad fue un técnico medio de Butano.

La acción del DPS en el barrio fue valorada en el taller como meramente publicitaria, aunque luego hubo una discusión sobre el tema. Los vecinos que colaboraron en la Comisión de fiestas y en el Casal defendieron su labor personal de aquellos años argumentando que habían aprovechado las posibilidades que el DPS ofrecía, que eran la únicas, para llevar a cabo actividades culturales y deportivas (fiestas, teatro, fotografía, fútbol, hoquei, etc.). Otros vecinos criticaron esta opción, calificando el asociacionismo inspirado por el DPS como elitista y no contestatario.

Especialmente ilustrativa fue la discusión en torno a la fiesta mayor. El tipo de fiesta realizada entre 1968 y 1974 por la comisión impulsada por el DPS fue la tradicional catalana, con "envelat" (entoldado), elección de "pubilla", etc. y actividades como un certamen de fotografía a nivel nacional. Hay que tener en cuenta que la fiesta alternativa que las entidades del barrio impulsaron desde finales de los setenta es la de las casetas y el escenario para las actuaciones. Es de las pocas de I'Hospitalet -que no tiene fiesta mayor de ciudad- que el Ayuntamiento no arrebató a las entidades de los barrios durante los ochenta.

Lo cierto es que las asociaciones surgidas en B-S durante estos primeros años no desarrollaron movimiento vecinal, no protestaron por la situación deplorable a nivel urbanístico, educativo y de servicios en general. Se encaminaron a desarrollar actividades culturales y deportivas. Otra entidad surgida en el sector en 1968 fue la Asociación de Cabezas de Familia, que a partir del Movimiento no logró aglutinar el movimiento vecinal incipiente a pesar de cierta actitud contestataria y sus contactos con los entonces procuradores. en Cortes Samaranch y Tarragona.

El sector de Bellvitge-Norte (B-N) comenzó a habitarse en el otoño de 1968. Sus primeros ocupantes eran los miembros de una cooperativa de viviendas, creada precisamente para conseguir piso en Bellvitge, procedente del muy cercano barrio de barracas denominado "La Bomba". Los organizadores de la cooperativa y líderes de las movilizaciones en el anterior barrio eran el matrimonio formado por Felipe Cruz y Pura Fernández, militantes comunistas, fundadores de CC.OO. en Cataluña. En Bellvitge continuaron lo que venían haciendo años atrás y consiguieron aglutinar en torno a sí un núcleo de personas antifranquistas dispuestas a luchar en la nueva trinchera vecinal.

 
En 1969 crearon una "comisión de barrio" y poco después inician los trámites para que se legalizara una asociación de vecinos. Las primeras movilizaciones importantes comenzaron en 1971. Se trataba de manifestaciones pidiendo un semáforo, una línea de autobuses y el asfaltado de las calles. En algún caso se llegó en manifestación al Pleno del Ayuntamiento (presidido por entonces por el ultra Matías España Muntadas).

Sobre esta situación incidieron las parroquias. La de B-S, denominada" Ntra. Sra. de Bellvitge" se creó en 1968, y la de B-N, "S. Juan Evangelista", en 1969. En la primera, se impuso un estilo pastoral de compromiso con las movilizaciones populares, pero de una forma que algunos vecinos consideraban tibia. En palabras del párroco, se defendía el derecho de huelga pero no se apoyaba una huelga en concreto. Además, en el sector sur ya había un tejido asociativo y la capacidad de influencia de la parroquia era menor.

En la parroquia del norte se impulsaban los movimientos sociales. El párroco Josep Mª Fabró fue una persona muy comprometida con los movimientos sociales y la lucha antifranquista y agrupó a una comunidad de cristianos de base e incluso no creyentes en torno a sí. Unánimemente se le consideró en el taller un motor de la movilización vecinal, y su talante ideológico, de carácter anarquizante hizo que se le unieran aquellos luchadores que consideraban que la Comisión de barrio estaba instrumentalizada por partidos políticos, fundamentalmente por el PSUC. Este grupo creó una asociación de vecinos, la primera del barrio, denominada "La Marina", legalizada en marzo de 1973. La Comisión también intentaba su transformación en una asociación de vecinos, lo que consiguieron finalmente a finales de aquel mismo año, denominándose "Asociación de vecinos Bellvitge-Norte".
 
Boletín de l'AV Bellvitge-Norte. En él podemos apreciar la estrecha relación entre movimiento vecinal y movimiento obrero.

En la práctica, ambas asociaciones coincidían. Su organización era similar: una asamblea soberana, abierta a los vecinos no socios, era el órgano soberano, de la cual surgía una junta directiva y unas vocalías. Eran el núcleo de diferentes tipos de lucha. La clásica era la que partía de las asambleas en las que se decidían los objetivos y las movilizaciones: concentraciones, manifestaciones, recogidas de firmas, etc... Pero además, se daba soporte a grupos que crearon y gestionaron los servicios que las instituciones no hacían. Así, grupos de jóvenes crearon guarderías y esplais.

La creación de alguna de estas entidades es ilustrativa de un fenómeno que se dio en varios barrios: jóvenes cristianos procedentes de Barcelona se dirigieron a los nuevos barrios obreros a realizar labores sociales. El "Club Infantil y Juvenil de Bellvitge" comenzó así, con escasos medios y buenas intenciones. Pero, poco a poco, fue haciéndose de importantes infraestructuras mientras que el resto de esplais continuaban en la precariedad. Este Club también fue objeto de importantes debates. Sus progresos materiales fueron achacados por unos a la buena gestión y por otros al favoritismo de las autoridades. Hoy es uno de los más importantes de Cataluña y su local recibió un premio en 1981 de la UNICEF por su diseño.

Sobre el origen del asociacionismo en general y del vecinal en concreto, en la experiencia de Bellvitge, vemos que los factores decisivos son la incidencia en la población de entidades preexistentes y la conciencia de comunidad de los habitantes. En B-S incidió el DPS, es decir, los constructores del barrio. La parroquia ayudaba a quien se lo pedía (afectados por las frecuentes inundaciones, etc.), pero no tiraba del carro. Los únicos que se podían conocer previamente eran los trabajadores de "Butano", y ya hemos visto que opción tomaron. 

En B-N incidió el partido comunista, la parroquia lideró el movimiento reivindicativo y de la Bomba venía un colectivo cohesionado, con conciencia de comunidad, forjado en las múltiples luchas anteriores. La parroquia también generó esta conciencia entre los habitantes de B-N con las múltiples actividades reivindicativas y lúdicas que se hacían. Creó un grupo de matrimonios jóvenes que compartieron una parte muy importante de su vida, y en la dinámica de este grupo el valor del compromiso social y político estaba entre los más importantes.

De B-N surgió un movimiento vecinal importante, capaz de llevar adelante luchas en todos las frentes, porque las carencias del barrio eran de todo tipo. Se fueron consiguiendo el mercado, algunas escuelas y guarderías, el ambulatorio, líneas de autobús, el asfaltado de algunas calles, etc., siempre a costa de múltiples movilizaciones y siempre por debajo de las necesidades reales de Bellvitge. 

Las personas organizadas en las asociaciones de vecinos y entidades en general eran muy minoritarias, pero crearon el ambiente de la reivindicación, de la participación, y muchas personas respondían a las convocatorias de las asociaciones o iniciaban movilizaciones por su cuenta. Pienso que es muy cierto, como se dice, que las asociaciones de vecinos, o, mejor, el movimiento vecinal, han sido una magnífica escuela de la democracia, pero yo no me estoy refiriendo a la democracia actual.

Manifestación en Bellvitge, hacia 1975.

El tejido social articulado y las movilizaciones sociales se fueron fortaleciendo mutuamente. Los éxitos del movimiento vecinal se sucedían, favorecidos por la debilidad del tardofranquismo. Desde 1973 el alcalde era Vicenç Capdevila, de talante reformista (luego fue diputado con la UCD). Hasta ese momento, el Ayuntamiento se había inhibido de sus responsabilidades y había dejado hacer a la inmobiliaria lo que quiso, incluyendo ilegalidades, como por ejemplo unas viviendas en semi-sótanos que se inundaban continuamente. El nuevo consistorio, con la presión vecinal detrás, empezó a pedirle responsabilidades, requisó pisos para los afectados por las inundaciones y en marzo de 1975 suspendió las licencias de construcción.

La etapa 1974-1976 es de continua lucha. En 1974 se elaboró un nuevo Plan Comarcal para el área metropolitana de Barcelona y los correspondientes planes parciales de cada barrio. El movimiento vecinal estaba .en condiciones no sólo de contestarlos sino de elaborar alternativas. En tal sentido hay que comentar que la parroquia de B-S había contactado con una institución, el SECOD, ambas en la esfera de los jesuitas, que elaboró un informe técnico sobre las deficiencias de servicios del barrio

Con esta herramienta, y en torno a la discusión del Plan Parcial, la parroquia de B-S y el Casal, con una nueva junta directiva, contactaron con las asociaciones de B-N y se sumaron al movimiento vecinal. La alianza de los movimientos sociales con profesionales comprometidos en el antifranquismo (arquitectos, aparejadores, abogados, periodistas, etc.) fue en estos años muy estrecha. Vemos como en este periodo la hegemonía popular democrática era indiscutible.

Manifestaciones en el Paseo. Manifestantes y policia frente a frente. Fotos de Miguel Segovia.

Entre noviembre de 1975 y enero de 1976 una serie de manifestaciones diarias, con las cargas correspondientes de los grises, consiguen parar las obras de unos bloques en 10 que los vecinos reivindican como un paseo. En julio se aprueba un Plan Parcial para el barrio con casi todas las reivindicaciones vecinales. La principal era el freno definitivo a la construcción de más bloques, para, en segundo lugar, distribuir los servicios necesarios en los ya escasos espacios libres.


Ocupación popular del terreno en el que se iba a edificar, en el marco de la "Operación limpieza" (1976). Fotografía de Miguel Segovia..

En aquel verano se constituyó la Mesa democrática de Bellvitge, el retlejo en el barrio de la Asamblea Democrática de Cataluña, que desde 1971 coordinaba a las principales fuerzas antifranquistas. Las asociaciones de vecinos y sindicatos compartían protagonismo con los partidos políticos. Hemos de recordar que en las grandes manifesraciones del anterior febrero en Barcelona la Federación de asociaciones de vecinos fue fundamental. A finales
de aquel año se creó la Coordinadora de Asociaciones de Vecinos de l' Hospitalet en la que la demanda de ayuntamientos democráticos era la principal reivindicación. El tejido social organizado planteaba reivindicaciones políticas claras.

Otra imagen de la "operación limpieza", en 1976.

A partir de la aprobación del Plan Parcial la unidad de acción del movimiento vecinal se rompe. Por un lado, la Asociación B-N y las entidades de B-S lo aceptaban. Por otro, la Asociación La Marina lo rechazaba porque significaba dejar construir algún edificio más cuya licencia era anterior a la suspensión. En las manifestaciones contrarias a estos últimos bloques, en las que intentaron repetir la oposición de enero del 76, ya se encontraron solos. En la lucha cotidiana casi siempre seguían coincidiendo, pero en los modelos organizativos la divergencia se agudizaba. A lo largo de 1977 fueron apareciendo los partidos políticos y el grupo de la parroquia de S. Juan Evangelista/La Marina tendió al asamblearismo.

En 1977 llegó la democracia. Pero la democracia tiene apellidos, y la que se impuso en aquel año era de un tipo diferente a la que se venía practicando en el movimiento vecinal, mucho más directa. La adaptación fue traumática. Las elecciones de junio, ganadas por "Socialistes de Catalunya" (la coalición de los entonces diferentes partidos PSC y PSOE), seguidos por el PSUC, dibujaron un mapa político claro. 

Estos partidos tomaron la iniciativa de reorganizar el movimiento asociativo en una nueva coordinadora, el denominado CUAM (Comité Unitario de Acción Municipal). Sólo quedaron fuera los de asamblearios, que realizaban reuniones semanales en el conquistado paseo en torno a un porrón de vino (se la conocía como "la asamblea del porrón"), donde debatían su actuación vecinal y su modelo social, inspirado en los grupos "autónomos" portugueses.
 
Encierro en la parroquia de Ntra. Sra. de Bellvitge, promovido por el CUAM, en marzo de 1978.


Ambas tendencias continuaron con luchas, la mayoría con éxito, como la del ambulatorio, pero ante unas dificultades (conflictos entre vecinos por la utilización de un espacio, en el primer caso, escaso eco en su propuesta de la autogestión en la recogida de basuras, el; el segundo) se deshicieron a finales de 1978. Finalmente, al año siguiente, activistas de diferentes tendencias se reunificaron en una "Asociación de Vecinos de Bellvitge", que es la actual, y que años más tarde ha vuelto a ser de las más combativas de todo el área metropolitana de Barcelona, como demuestran sus luchas por el metro, contra los impuestos en el recibo del agua, etc.

Las causas de la decadencia del movimiento vecinal fueron muy debatidas en el taller. Se culpó ampliamente a los partidos. Del PSC-PSOE se dijo que tenían la consigna clara de la desmovilización, y del PSUC, el más influyente, que no supo qué hacer. Pienso que en el caso del partido socialista la voluntad de desarticular el movimiento vecinal era clara, sobre todo cuando sus expectativas electorales municipales se cumplieron en 1979. El caso del partido comunista es más complejo. Su pacto político y social de la Transición lo dejaba en la bisagra entre la democracia liberal y la democracia social, entre dar prioridad a las instituciones y partidos o a las asociaciones y movimientos sociales. La indecisión y disparidad de criterios fue la actitud consecuente.

Pero también es cierto que no hubo un movimiento popular "por la izquierda" de los partidos que, por una razón u otra, vaciaron el movimiento vecinal. Sólo la asamblea del porrón intentó generarlo y fracasó. Tampoco otras entidades, como las parroquias tomaron el relevo. El párroco Fabró, cuyo papel había sido tan importante, fue trasladado. A modo de hipótesis se puede afirmar que el asociacionismo vecinal creó el hábito de participación democrática en un sector de la población pero no de una forma lo suficientemente amplia y profunda como para resistir el pactismo de las fuerzas de izquierda durante la Transición. O que las fuerzas que impusieron la democracia liberal eran demasiado poderosas para los que no dejaban de ser oasis de movimiento democrático popular a nivel de todo el país. Para muchos de los protagonistas de este movimiento social y político de estos años sólo quedó el "desencanto".




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