jueves, 26 de abril de 2018

ATENTADOS DE FALSA BANDERA (DE LA MANO NEGRA A LA ACTUALIDAD)



Llamamos acción de falsa bandera a la que realiza una parte en un conflicto atribuyéndola a la parte contraria. Normalmente son acciones violentas para desprestigiar y justificar acciones represivas y más violentas. Lo habitual es que se hagan desde el poder y el Estado.
Algunos hechos de este tipo son muy conocidos, como el incendio del Reichstag, el parlamento alemán, en febrero de 1933. Los nazis atribuyeron el hecho a un complot comunista, lo que permitió la ilegalización del importante Partido Comunista Alemán y el inicio de la imposición de la dictadura de Hitler. La autoría no ha sido aclarada del todo, pero la tesis más aceptada hoy es que fue un comando del principal grupo paramilitar nazi del momento, las SA.

No tan conocida, pero también muy decisiva fue la red GLADIO, un conjunto de grupos que tienen su origen en la OTAN, que decidió crear "ejércitos secretos" para combatir la difusión del comunismo por todos los medios, incluyendo los ilegales. A finales de la década de 1960 comenzaron a realizar atentados que eran atribuidos a grupos de extrema izquierda.
Estos temas son muy fácilmente transportables a la “conspiranoia” y la fabulación. Bien, podemos recordar que Gladio fue reconocida e investigada oficialmente por los parlamentos suizo, belga e italiano. En Italia se emplearon a fondo, pues el Partido Comunista Italiano estuvo a punto de ganar las elecciones en varias ocasiones. Se la relaciona con el secuestro y muerte de Aldo Moro (1978) y el atentado en la estación de Bolonia (1980), ambos hechos atribuidos inicialmente a las Brigadas Rojas

La táctica de la falsa bandera también ha sido muy utilizada en la España contemporánea. Uno de los casos más flagrantes es el de “La Mano Negra”. Unos crímenes en la campiña de Jerez en 1882 y 1883 fueron aprovechados por el gobierno (liberal de Sagasta) y la guardia civil para inventarse una organización terrorista con aquel nombre. La represión aplastó el pujante movimiento campesino de la comarca.
La Ilustración Española y Americana, 22 de marzo de 1883. La prensa escrita reproducía de forma acrítica la versión oficial y presentaba la detención de sindicalistas como un gran mérito policial. De esta forma, se desprestigiaba el movimiento obrero y el anarquismo, y se creaba el relato en el que obrerismo era sinónimo de violencia.

En este caso no parece que los crímenes los cometiera el Estado, pero sí que los aprovechó para crear una “bandera” a la que atribuirlos. Lo cierto es que parte del movimiento anarquista sí era partidario de acciones violentas, como se pudo ver en la Barcelona de 1893 con sendos lanzamientos de bombas en el Liceo y contra el general Martínez Campos. Pero fue otro el atentado que fue decisivo.

 "La mano negra", un gran documental de la Televisión públics de Andalucía.

En junio de 1896, tres años después, durante la procesión del Corpus, alguien lanzó una bomba contra la multitud provocando la muerte de 12 personas. ¿Fue un atentado de falsa bandera organizado por el Estado? No hay pruebas concluyentes en ningún sentido. Lo cierto es que este terrible hecho permitió una gran represión del movimiento obrero (con los terribles Procesos de Montjuïc).

A veces, la falsa bandera surge sin el impulso de las fuerzas del Estado, surge de la corrupción propia de las cloacas del Estado. El ex-sindicalista y confidente de la policía Joan Rull, con la ayuda de su familia, fabricaba las bombas en casa, en Sants, y las colocaba él mismo para dar luego los soplos correspondientes y salvadores. De vez en cuando, dejaba que alguna bomba explotara, para hacerse el imprescindible. No supo calibrar el límite de su jugada y finalmente fue detenido y ejecutado.
Joan Rull, su hermano Hermenegildo y otros dos miembros de su banda. Parte de la prensa solo mencionaba su pasado sindicalista y omitía su relación con la policía. Nuevo Mundo, 22 de agosto de 1907

Los años del pistolerismo (1917-1923) dieron muchas ocasiones para que las bandas a sueldo del Estado inventaran acciones violentas supuestamente realizadas por el obrerismo extremista. Podemos destacar la bomba en el Cabaret Pompeya (septiembre de 1920) de la que se acusó a la CNT para justificar su propia violencia. O la extorsión a empresarios en nombre de la CNT que hacía la banda parapolicial del falso Barón de Koëning en 1919 y 1920. 
La Correspondencia de España, 13 de septiembre de 1920 y La Época, 14 de septiembre de 1920. A pesar de que era bastante claro que un music-hall frecuentado por obreros no era el objetivo de los terroristas anarquistas, el aparato propagandístico se puso en marcha: había que relacionar el atentado o como mínimo la violencia con el movimiento obrero. Y la situación, fuese quien fuese el autor, justificaba las medidas de excepción.
En la historia más reciente tenemos el llamado “Caso Scala”. En enero de 1978, pocas horas después de una manifestación anarquista contra los Pactos de Moncloa, ardió la sala de fiestas barcelonesa Scala, provocando la muerte de cuatro trabajadores. Una acción poicial y una campaña mediática acusaron a un grupo anarquista, en un proceso con las importantes irregularidades. La represión del anarquismo en aquel momento recordó a la de los años 1896 o 1920.

¿Por qué recordar ahora estos hechos? Porque nos encontramos ante un resurgimiento del fenómeno.  El movimiento democrático y pacífico que se produce en Cataluña a favor del derecho a decidir en los últimos años está siendo combatido por el Estado español de diversas formas.

Una de las estrategias fundamentales es la de calificarlo de violento, lo que justificaría la represión, incluso con ciertas dosis de contundencia y violencia. Las acusaciones de jueces y fiscales contra los presos políticos y exiliados van en ese sentido, y ya hemos visto lo que opinan de ello los jueces de Alemania, Bélgica y el Reino Unido.

Últimamente estamos asistiendo a una escalada de acciones por parte de miembros del bloque del 155 (partidos y asociaciones) en los que claramente intentan provocar reacciones violentas. Y también denuncias de agresiones contra sedes de partidos, pintadas, etc. que tienen mucha pinta de ser de falsa bandera.

El objetivo es crear la sensación de que “el procés” está generando odio y violencia, acercándose a la “kale borroka” que hubo en el País Vasco. Los mecanismos por parte del bloques del 155 son:

- la provocación

- la invención

- acciones de falsa bandera

- acciones violentas propias

No hay que caer en las provocaciones y denunciar las invenciones, acciones de falsa bandera y las agresiones (las de cualquier tipo y cualquier signo).
El objetivo del presente artículo es mostrar como el mecanismo de la falsa bandera es recurso habitual en la lucha política ”sucia” de los estados, incluyendo el español, desde hace tiempo. Evidentemente el peligro ya ha sido advertido.

Acabo dando todo mi apoyo al claustro del Institut El Palau de Sant Andreu de la Barca. Son unas víctimas más de esta práctica repugnante, que tendría que hacer reaccionar a cualquier persona demócrata, más allá de su opinión en relación a la independencia o no de Cataluña.



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