Llamamos acción de falsa bandera
a la que realiza una parte en un conflicto atribuyéndola a la parte contraria.
Normalmente son acciones violentas para desprestigiar y justificar acciones represivas
y más violentas. Lo habitual es que se hagan desde el poder y el Estado.
Algunos hechos de este tipo son muy conocidos, como
el incendio del Reichstag, el parlamento alemán, en febrero de 1933. Los nazis
atribuyeron el hecho a un complot comunista, lo que permitió la ilegalización
del importante Partido Comunista Alemán y el inicio de la imposición de la
dictadura de Hitler. La autoría no ha sido aclarada del todo, pero la tesis más
aceptada hoy es que fue un comando del principal grupo paramilitar nazi del
momento, las SA.
No tan conocida, pero también muy
decisiva fue la red GLADIO, un conjunto de grupos que tienen su origen en la
OTAN, que decidió crear "ejércitos secretos" para combatir la
difusión del comunismo por todos los medios, incluyendo los ilegales. A finales
de la década de 1960 comenzaron a realizar atentados que eran atribuidos a
grupos de extrema izquierda.
Estos temas son
muy fácilmente transportables a la “conspiranoia” y la fabulación. Bien,
podemos recordar que Gladio fue reconocida e investigada oficialmente por los
parlamentos suizo, belga e italiano. En Italia se emplearon a fondo, pues el
Partido Comunista Italiano estuvo a punto de ganar las elecciones en varias
ocasiones. Se la relaciona con el secuestro y muerte de Aldo Moro (1978) y el
atentado en la estación de Bolonia (1980), ambos hechos atribuidos inicialmente
a las Brigadas Rojas
La táctica de
la falsa bandera también ha sido muy utilizada en la España contemporánea. Uno
de los casos más flagrantes es el de “La Mano Negra”. Unos crímenes en la
campiña de Jerez en 1882 y 1883 fueron aprovechados por el gobierno (liberal de
Sagasta) y la guardia civil para inventarse una organización terrorista con
aquel nombre. La represión aplastó el pujante movimiento campesino de la
comarca.
En este caso no
parece que los crímenes los cometiera el Estado, pero sí que los aprovechó para
crear una “bandera” a la que atribuirlos. Lo cierto es que parte del movimiento
anarquista sí era partidario de acciones violentas, como se pudo ver en la
Barcelona de 1893 con sendos lanzamientos de bombas en el Liceo y contra el
general Martínez Campos. Pero fue otro el atentado que fue decisivo.
"La mano negra", un gran documental de la Televisión públics de Andalucía.
En junio de
1896, tres años después, durante la procesión del Corpus, alguien lanzó una
bomba contra la multitud provocando la muerte de 12 personas. ¿Fue un atentado
de falsa bandera organizado por el Estado? No hay pruebas concluyentes en
ningún sentido. Lo cierto es que este terrible hecho permitió una gran
represión del movimiento obrero (con los terribles Procesos de Montjuïc).
A veces, la
falsa bandera surge sin el impulso de las fuerzas del Estado, surge de la
corrupción propia de las cloacas del Estado. El ex-sindicalista y confidente de la policía Joan
Rull, con la ayuda de su familia, fabricaba las bombas en casa, en Sants, y las
colocaba él mismo para dar luego los soplos correspondientes y salvadores. De
vez en cuando, dejaba que alguna bomba explotara, para hacerse el
imprescindible. No supo calibrar el límite de su jugada y finalmente fue
detenido y ejecutado.
Joan Rull, su hermano Hermenegildo y otros dos miembros de su banda. Parte de la prensa solo mencionaba su pasado sindicalista y omitía su relación con la policía. Nuevo Mundo, 22 de agosto de 1907 |
Los años del
pistolerismo (1917-1923) dieron muchas ocasiones para que las bandas a sueldo
del Estado inventaran acciones violentas supuestamente realizadas por el
obrerismo extremista. Podemos destacar la bomba en el Cabaret Pompeya
(septiembre de 1920) de la que se acusó a la CNT para justificar su propia violencia.
O la extorsión a empresarios en nombre de la CNT que hacía la banda parapolicial
del falso Barón de Koëning en 1919 y 1920.
En la historia
más reciente tenemos el llamado “Caso Scala”. En enero de 1978, pocas horas
después de una manifestación anarquista contra los Pactos de Moncloa, ardió la
sala de fiestas barcelonesa Scala, provocando la muerte de cuatro trabajadores.
Una acción poicial y una campaña mediática acusaron a un grupo anarquista, en
un proceso con las importantes irregularidades. La represión del anarquismo en
aquel momento recordó a la de los años 1896 o 1920.
¿Por qué recordar ahora
estos hechos? Porque nos encontramos ante un resurgimiento del fenómeno. El movimiento democrático y pacífico que se
produce en Cataluña a favor del derecho a decidir en los últimos años está
siendo combatido por el Estado español de diversas formas.
Una de las estrategias
fundamentales es la de calificarlo de violento, lo que justificaría la
represión, incluso con ciertas dosis de contundencia y violencia. Las
acusaciones de jueces y fiscales contra los presos políticos y exiliados van en
ese sentido, y ya hemos visto lo que opinan de ello los jueces de Alemania,
Bélgica y el Reino Unido.
Últimamente estamos
asistiendo a una escalada de acciones por parte de miembros del bloque del 155
(partidos y asociaciones) en los que claramente intentan provocar reacciones
violentas. Y también denuncias de agresiones contra sedes de partidos, pintadas,
etc. que tienen mucha pinta de ser de falsa bandera.
El objetivo es crear la
sensación de que “el procés” está generando odio y violencia, acercándose a la “kale
borroka” que hubo en el País Vasco. Los mecanismos por parte del bloques del
155 son:
- la provocación
- la invención
- acciones de falsa
bandera
- acciones violentas
propias
No hay que caer en las
provocaciones y denunciar las invenciones, acciones de falsa bandera y las
agresiones (las de cualquier tipo y cualquier signo).
El objetivo del presente artículo es mostrar
como el mecanismo de la falsa bandera es recurso habitual en la lucha política ”sucia”
de los estados, incluyendo el español, desde hace tiempo. Evidentemente el peligro ya ha sido advertido.
Acabo dando todo mi apoyo
al claustro del Institut El Palau de Sant Andreu de la Barca. Son unas víctimas
más de esta práctica repugnante, que tendría que hacer reaccionar a cualquier
persona demócrata, más allá de su opinión en relación a la independencia o no
de Cataluña.
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