Este artículo tiene dos partes. En la primera
haré un breve resumen de la obra, y en la segunda intentaré utilizar las
reflexiones de Jones en mi entorno inmediato: l’Hospitalet y Catalunya. Si ya
te has leído el libro, o sencillamente lo prefieres, puedes saltar a las
Reflexiones.
Breve reseña
1. En la Introducción y
en el primer capítulo, expone el “detonante” del libro: el desprecio con el que
muchas personas, en privado o en medios de comunicación, tratan a una parte de
la clase trabajadora, los llamados en Inglaterra, los chavs.
La palabra es de origen
gitano, como “chaval”. Designa a las personas pobres con escasa formación
académica, que tienen una subcultura, principalmente pero no exclusivamente,
juvenil, y que se caracterizan en Inglaterra por: “llevan ropa deportiva de marca, bisutería llamativa, viven de las
prestaciones y en viviendas sociales”.
El personaje de Vicky Pollard en la serie de humor Little Britain ha sido uno de los principales mecanismos de demonización de los chavs. |
Expone numerosos ejemplos
en los que con total impunidad, numerosas empresas, medios de comunicación y
personas, incluso las que se autodenominan progresistas, hablan de los chavs con sarcasmo, desprecio y con
voluntad de segregación.
Especialmente, hace un
análisis del papel de los medios de comunicación, de cómo aprovechan ciertos
acontecimientos puntuales para demonizar a los sectores y barrios más pobres,
de cómo son tratados de diferente forma un hecho parecido si los protagonistas
son pobres o ricos.
2. El segundo capítulo, Luchadores de clase, es magistral.
Analiza el origen de estas ideas, y lo sitúa en la lucha ideológica que se
produce en el marco de la lucha de clases. La demonización de la clase obrera
surge de las filas burguesas. Es un producto del neoliberalismo, de la
ideología impulsada por la que fue primera ministra británica Margaret Thatcher
entre 1979 y 1990.
El autor nos recuerda el
carácter de clase de los partidos, y que los conservadores son el partido de
los burgueses, de los ricos. ¿Cómo es que los pobres votan al partido de los
ricos? Desde finales del siglo XIX, cuando el sufragio universal masculino se
impuso, los partidos de los ricos han atraído el voto de los pobres con la
religión, el nacionalismo y, como confesó un político conservador, “dando solo lo justo al número justo de
personas”.
La parte del pastel que
los ricos tuvieron que dar a los pobres se amplió considerablemente con el
Estado del Bienestar a partir de 1945, conquistado por el voto a los laboristas
y la lucha sindical. El Thatcherismo quebró la fuerza de los sindicatos, empezó
los recortes (utilizando el concepto actual) y desarrolló la ideología que se
puede resumir en la célebre frase: “no existe la sociedad, existen hombres y
mujeres individuales”.
Sin embargo, Margaret
Thatcher mentía. En un documento del Partido Conservador de 1976, del que ya
era la líder, se decía: “No es la
existencia de clases lo que amenaza la nación, sino la conciencia de clase”;
la conciencia de clase de la clase trabajadora, se entiende. Los ricos sí que
tienen claro que existen las clases y que tienen intereses propios y contrarios
a los pobres, en el libro (y en la prensa diaria) tenemos infinidad de pruebas.
Por cierto, si queremos recordar
estos años, también podemos ver algunas películas, como Billy Elliot (2000), Tocando el viento (1997) The Full Monty
(2000), Pride (2015) o muchas de
las que dirigió Ken Loach. Una buena lista de películas que describen la era
de Thatcher la podeis encontrar aquí.
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Fotografía real de los enfrentamientos entre mineros y policías en 1984, una escena que reproduce la película Billy Elliot. |
Resumiendo, la ideología
oficial era que ya éramos todos de clase media, y si quedaba gente pobre era
porque se lo merecía y porque querían vivir sin trabajar aprovechándose de las
ayudas sociales. “De la sal de la tierra
a escoria de la tierra. Este es el legado del thatcherismo: la demonización de
la clase trabajadora”, concluye Jones.
3. En el tercer capítulo Políticos versus chavs, nos muestra como
el conservadurismo del primer ministro Cameron, él mismo un perfecto ejemplo de
la élite social, continúa con ese legado del thatcherismo. Básicamente,
insisten en que la pobreza es culpa de los pobres, que beben, delinquen, tienen
hijos a los 14 años, etc. Y no al revés.
Pero es que el Partido
Laborista en los años de gobierno de Tony Blair (1997-2007) y Gordon Brown
(2007-2010) no actuó de forma diferente. Incorporó el discurso de que había una
parte de la clase trabajadora que “no tenía aspiraciones” y “no trabajaba
duro”, lo que justificaba recortes en el Estado del Bienestar que continuaban
haciendo.
Mientras que la lucha por
la igualdad de clase era liquidada y ridiculizada, la lucha por la igualdad
entre comunidades étnicas seguía adelante, afortunadamente. Sin embargo, ése
fue el caldo de cultivo para que parte de la clase obrera blanca tendiese a
simpatizar con la ideologías racistas y contrarias a la inmigración.
En el Parlamento
británico surgido de las elecciones de 2010, un 10% de sus miembros había
trabajado en el sector financiero (causante de la crisis de dos años atrás) y
solo un 3% procedía del sindicalismo. Este triunfo político de la burguesía va
acompañado de un triunfo ideológico: la denigración de la clase obrera.
4. Los capítulos 4, 5, 6
y 7 muestran numerosos ejemplos de cómo ha ido empeorando la situación de la
clase trabajadora británica desde los tiempos del thatcherismo, con total
coincidencia en las políticas de conservadores (el PP de allí) y laboristas (el
PSOE británico).
El empeoramiento se ha
producido en todos los aspectos de la vida social: mundo laboral, sistema
educativo, etc. El ascensor social se ha roto. Con algún elemento específico,
como el tema de la viviendas sociales, la situación del Reino Unido es muy
parecida a la nuestra.
Y muestra como se ha ido
desarrollando la cultura de la ridiculización, el desprecio y finalmente el
odio a los chavs, con la especial
participación de la televisión, sin olvidarnos del cine, internet, el fútbol,
el cine, etc. ¿Por qué ese odio a los más pobres?
“…es mucho más que esnobismo. Es lucha de clases.
Es una expresión de la creencia de que todo el mundo debería volverse de clase
media y abrazar los valores y estilos de vida de la clase media, dejando a
quienes no lo hacen como objeto de odio y escarnio.”
Al final, de lo que se trata es, en primer lugar,
de justificar las desigualdades: los pobres son pobres porque se lo merecen. Las personas están en paro por sus
deficiencias personales.
“La
demonización de la clase trabajadora es un modo implacablemente racional de
justificar un sistema irracional (…)
racionaliza una distribución enormemente desigual de la riqueza y el poder como
justo reflejo de la valía y capacidades personales.”
Y en segundo lugar, recortar el Estado del Bienestar, porque solo sirve
para que se aprovechen de él la “chusma chav”,
mientras las honestas familias de clase media se esfuerzan por salir adelante.
“Proclamar
que la gente es responsable de su situación hace más fácil oponerse a las
reformas sociales que de otra forma serían necesarias para ayudarla.”
5. El capítulo 8 describe como los partidos de extrema derecha han ocupado
el hueco que la izquierda ha dejado en la lucha por la dignificación de la
clase obrera. Los partidos neofascistas tienen cierto éxito con su discurso
anti-inmigración entre la clase trabajadora no porque la clase trabajadora sea mayoritariamente
racista sino porque al menos tienen un discurso dirigido a la clase
trabajadora; eso sí, un discurso racista en el que tratan a la clase
trabajadora blanca como un grupo étnico discriminado.
En cada momento, la
extrema derecha elige al chivo expiatorio para atraer voluntades. Años atrás
fueron los judíos, los irlandeses, los asiáticos… hoy son los musulmanes. La
islamofobia es el principal resorte de partidos como el BNP o el UKIP en Gran
Bretaña y el Frente Nacional en Francia. Per concluye que el ascenso de la
extrema derecha se debe a “la falta de
representación de la clase trabajadora”.
6. La Conclusión es un
digno colofón a un gran libro. Es una gran reivindicación del concepto de clase
obrera y de la conciencia de pertenecer a ella. Y, evidentemente, la clase
obrera existe en tanto que es objeto de
explotación y, además, de burla por parte la clase antagónica, los ricos, la
clase burguesa.
Pero sobre todo es una
reivindicación de una alternativa política para la clase obrera, que luche por
empleos seguros y decentes, que defienda los servicios públicos, que afronte
los retos mediambientales, etc.
“La nueva política de clases sería un
comienzo, al menos para construir un contrapeso a la hegemónica e incontestada
política de clase de los ricos. Quizá entonces sea posible otra vez una nueva
sociedad basada en las necesidades de la gente, más que en el beneficio
privado. La clase trabajadora se ha organizado en el pasado para defender sus
intereses; ha exigido que se la escuche y arrancado concesiones de manos de los
ricos y poderosos. Por mucho que se la ridiculice o ignore, volverá a hacerlo.”
La entrevista que le hizo Évole a Jones en Salvados es fácil de encontrar en youtube o en la web de La Sexta.
Reflexiones
1. El clasismo, el
desprecio de los pobres por parte de los ricos es universal. La democracia
formal que tenemos en algunos países del mundo ha obligado a los ricos a
ocultarla, porque dependen de nuestros votos para gobernar. De vez en cuando se
les escapa un “que se jodan” cuando
hablan de los parados, pero en general saben mentir muy bien.
2. En España o Cataluña
también se da este desprecio, aunque probablemente no sea tan descarado como en
la situación británica que describe Jones.
Aún recuerdo con horror los infames programas de Arús y Cárdenas,
burlándose de los pobres porque no sabían hablar (1992…). Hay más ejemplos,
pero creo que no hemos cruzado la raya de la impunidad.
3. En nuestro país
los/las chavs corresponderían a
los/as garrulos/as, chonis, etc. En Catalunya en torno a 1900 ya se empezó a hablar de los xaves.
De forma muy
significativa también se les llama poligoneros/as, aludiendo a su origen en los
polígonos de viviendas de clase obrera.
4. El clasismo también ha
arraigado, lamentablemente, en la clase obrera. El paso previo es,
evidentemente, la pérdida de conciencia de ser de clase obrera. Ahora ya nos
consideramos de clase media e incorporamos el discurso de los ricos. Por tanto,
los más pobres lo son porque se lo merecen, porque algo habrán hecho mal. Es
muy triste ver como gente de extracción obrera califica de chusma a otros que
son más pobres que ellos. En EE.UU. van más lejos y les llaman “basura blanca”
(white trash).
5. Aquí también se está desmantelando el Estado del Bienestar. Ya empezó antes de la crisis, porque el
neoliberalismo de PP y PSOE (el primero más que el segundo) ya compartían esos
principios, como conservadores y laboristas en el Reino Unido.
Con las políticas de
austeridad, presentadas como las únicas posibles para salir de la crisis, los ataques al Estado del Bienestar se han recrudecido.
6. En ciudades como l’Hospitalet,
un nuevo grupo social ha venido a ocupar el escalón más bajo de la sociedad: la
inmigración extranjera. La xenofobia pude ser y en parte es la respuesta de los
más pobres autóctonos que compiten por los cada vez menores servicios sociales.
De todas maneras, puedo decir con orgullo que los brotes xenófobos son mucho
menores de lo que podían haber sido.
7. Otra variable se suma
a la situación compleja: la gran mayoría de los chavs locales corresponderían a los nietos de los inmigrantes
españoles de hace 50 años. Con el ascensor social roto, estos jóvenes asisten
al proceso independentista entre perplejos y enfadados, porque nadie les invitó
ni tan siquiera a discutirlo.
8. En conclusión, hay que
reconstruir una política que delimite los intereses de clase y defienda los
nuestros. Y hemos de incorporar a toda la clase trabajadora, incluyendo a la
que escucha Camela o Junco. Y no porque pobrecitos también son de los nuestros
aunque no lo sepan, sino porque no debemos dejarnos manipular ni dividir. Los
ricos lo tienen claro. El multimillonario Warren Buffet afirmó: “ha habido una guerra de clases en los
últimos 20 y mi clase ha ganado”.
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