En los últimos tiempos vemos como desde la
izquierda se acusa al “procés” catalán de haber provocado el resurgimiento del
nacionalismo español o incluso del fascismo. Aparte de parecerme una acusación
falsa (el españolismo resurge con Aznar y es precisamente este resurgimiento lo
que genera el intento de blindar los estatutos vasco y catalán; de eso ya he escrito antes) es injusta (la reivindicación se hace por ser legítima, y no se
deja de hacer por miedo a la reacción).
Pero creo que el debate correcto no es si el
procés ha impulsado el nacionalismo español, sino ¿por qué ha resurgido el
españolismo identitario y conservador, y no el progresista y democrático? De
hecho, podemos plantearnos esta misma pregunta en relación a la historia de
España desde, al menos, 1868, cuando el republicanismo federal triunfó en
Cataluña y no en el resto de España.
Desde que parte de la población francesa se
autoconstituyó como nación en 1789 existe un modelo de nacionalismo progresista
y democrático. La voluntad de pertenecer y participar eran los requisitos para
formar parte del colectivo nacional, y el modelo político se basaba en los
principios de la Ilustración, especialmente en el principio del contrato
social.
El nacionalismo progresista fue una de las
principales fuerzas políticas durante el siglo XIX en Europa. Pero también surgió otro
nacionalismo, basado en la etnicidad, identitario y racista, y fue sustituyendo
gradualmente, nunca del todo, a la religión como ingrediente principal en la
ideología de la clase dominante para seguir dominando a la clase trabajadora.
El regeneracionismo fue una forma de
españolismo progresista. El republicanismo también, y el antifranquismo. En los
tres movimientos, entre los que hay una vinculación evidente, había un proyecto
político democrático para España, y en ellos participó el catalanismo, incluso
en bastantes momentos el catalanismo conservador.
Y, últimamente, el 15-M ha sido la última
expresión de estos intentos de constitución de la población española en nación
activa, de regeneración democrática. Incluso su centro neurálgico fue Madrid,
lo que no es habitual en relación al liderazgo de las movilizaciones
progresistas.
Pero todos estos intentos de articular un
movimiento nacionalista español progresista han fracasado. En una infame escena
de la película “Ocho apellidos catalanes”, dos amigos andaluces del
protagonista dan con un bar donde se tienen que esconder los que se sienten
españoles en el pueblo donde transcurre la historia. Y cuando entran dicen a
modo de contraseña: “Viva España, viva el rey, viva el orden y la ley”. ¿Por
qué la contraseña españolista no es “Viva España, viva la revolución, viva la
república y la subversión”?
¿Es posible hoy un españolismo que expulse a
los fascistas de sus manifestaciones? ¿Es posible hoy un nacionalismo español
que acepte que la pertenencia a España de un colectivo (los habitantes de
Lanzarote, El Bierzo o Cataluña) dependa
de su voluntad libremente expresada? En teoría, sí. De hecho, una opción
política, Izquierda Unida, lo lleva postulando hace años y ahora Unidos Podemos.
Como máximo se han aproximado a un 20% de los votos (algunos más si incluímos
los de Compromís-Podemos-EUPV).
¿Por qué ha triunfado el otro, el esencialista
y conservador, el de Ciudadanos o el PP y que apoya el PSOE? Supongo que en
parte por las mismas razones que lo está haciendo en el resto de países
desarrollados: Trump en Estados Unidos, Orbán en Hungría, etc... Parte de la
población de las capas medias y bajas se agarra con desesperación a la
nacionalidad del Estado al que pertenece para asegurarse un medio de
subsistencia frente a la incertidumbre de la globalización y las migraciones
intercontinentales.
Supongo que triunfa el españolismo identitario
porque la propaganda contra cualquier movimiento político democrático es
eficaz. Los medios se emplean a fondo contra la concepción de España como un
conjunto de personas que quieren vivir en el mismo país y que quieren decidir
como quieren vivir en ese país.
En cualquier caso, me cuesta entender por qué
razones una persona que no sea ultra o de la oligarquía y que quiera que
Cataluña siga dentro de España no pueda aceptar que la mejor manera es un pacto
confederal. Cualquier otra solución, además de injusta (y probablemente antidemocrática
y que acabarà por perjudicar a toda España), es inútil, y solo perpetuará un
proceso que empezó en 1640.
El españolismo republicano y democrático, en
el que se acepta que haya colectivos que quieran autodeterminarse, el de
Unidos-Podemos y Catalunya en Comú, es posible. La mayoría de la población
española, sin embargo, opta por la España del PP-C’s-PSOE, la de la represión a
la gente que vota, la de los presos políticos, la del 155. Y empieza a ser
desesperante esperarlo.
Es una aportación realmente interesante sobre la ausencia de una izquierda española en los problemas actuales de España
ResponderEliminarPerdón por el retraso. No domino el tema de los comentarios. Yo lo veo de otra manera. Creo que hay una izquierda que hace propuestas desde un nacionalismo (la aceptación de un marco político territorial determinado como puede ser España ya implica la aceptación de una nación) progresista que acepta las diferencias que se plantean desde Cataluña. El problema es que la mayoría de la población española ha optado por el otro nacionalismo, etnicista, que no admite las diferencias que se plantean desde cataluña, y otras partes de España. Ello lleva a la conclusión de una parte de la población de Cataluña que no es posible, o conveniente, quedarse en España.
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