Es verdad que todos los
países (incluído el mío) y en nombre de todas las ideologías (también la mía)
se han cometido atrocidades. Sin embargo, el fascismo y en concreto su forma
alemana, el nazismo, muy probablemente están en el primer lugar de este triste
ranking. En su naturaleza están por un lado la exaltación de la violencia y la
guerra, y por otro la concepción de la desigualdad humana y el racismo.
Este cóctel ideológico,
en un contexto de guerra (provocada por ellos), llevó a una situación que puede
ser considerada la peor experiencia en la historia de la humanidad, al menos de
la que tenemos conocimiento.
Las alambradas rodean los barracones del primer campo, Auschwitz I |
El contexto era
favorable: en la década de 1930 se sucedían los genocidios y las represiones
políticas y raciales. No hemos de ir muy lejos; el franquismo inició una
espiral de matanzas en España a partir de 1936. Japón hizo lo propio en China a
partir de 1937. Paralelamente, el GULAG stalinista se iba llenando, sobre todo
cuando empezaron las grandes purgas en 1937. Pero los nazis fueron más lejos
que todos ellos, y porque perdieron la guerra, que si no…
¿CÓMO SE LLEGÓ A ESO?
Comparto la idea de mi
amigo y maestro Alejandro Andreassi, que sitúa el origen del sistema
concentracionario alemán más en la lucha de clases que en el racismo. El
fascismo es la respuesta modernizada de la clase alta a las luchas democráticas
y emancipadoras de las clases subalternas, que habían aumentado a partir de
1917. Modernizada porque justificaba la desigualdad no en designios divinos
sino en la ciencia biológica, con una muy sesgada interpretación de Darwin.
El darwinismo ofrecía una
teoría que explicaba y justificaba las desigualdades en función de cualidades
naturales. Un neofeudalismo dividía la sociedad en estamentos en los que los
empresarios substituían a los nobles, los ingenieros y otros profesionales a
los clérigos, y los proletarios a los siervos.
La existencia de grupos
más explotados y en peores condiciones materiales y legales, como eran los
pueblos colonizados, ayudaba a que la clase trabajadora aceptara su
subordinación económica y política. Además, la riqueza que llegaba a Europa de
las colonias también beneficiaba en alguna medida a las capas más pobres de la
sociedad.
El rótulo de la entrada a Auschwitz I reza: "Arbeit macht frei", "El trabajo te hace libre". Estaba en la puerta de diversos campos de concentración, en algunos de los primeros. Nos recuerda que el origen del sistema concentracionario está en la lucha de clases, y que una de las principales funciones de los campos, hasta 1942, era la explotación del trabajo esclavo, para lo cual, el racismo se ocupaba de señalar los colectivos humanos considerados inferiores y por tanto esclavizables.
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Pero el imperialismo tuvo
otra importante consecuencia, la aparición de un nuevo y potente tipo de
racismo. Y dentro de ese renovado racismo, resurgió el antisemitismo, el odio a
las personas judías. El antisemitismo era universal y se extendió por los cinco
continentes de la mano de los emigrantes europeos. Pero donde era peor,
probablemente era en Rusia, Ucrania y otras regiones de Europa Oriental.
Los primeros campos
nazis, creados en 1933, se llenaron de comunistas y socialdemócratas, de
militantes políticos y sindicales de izquierda. Los campos, además del maltrato
brutal y continuo que buscaba la destrucción física y moral del preso, incluían
el trabajo esclavo. Y es que la política económica nazi necesitaba de la rapiña
para mantener la enorme inversión pública, sobre todo en construir armas, que
fue el motor de la recuperación económica que tanto deslumbró a la población alemana.
El segundo colectivo que sufrió la persecución y el asesinato fue el de los
discapacitados y enfermos mentales, considerados más que improductivos, una
carga para la sociedad.
La legislación (iniciada
en 1933) y las acciones violentas (habituales desde 1938) antisemitas entran en
una espiral infernal a partir del inicio de la Guerra, en septiembre de 1939, y
Polonia fue el escenario del primer acto de la barbarie.
Los postes donde se hacían las ejecuciones públicas. |
Auschwitz, Oswiecim en
polaco, era un pueblo del territorio ocupado, cercano a la industrial región
alemana de Silesia. Formaba parte de la región que los nazis preveían
germanizar en el futuro, en el que quizás dejarían vivir a algunos polacos para
los trabajos subalternos, propios de personas a las que los nazis consideraban
infrahumanos (untermensch). A partir
de enero de 1940 se convirtió en un campo de prisioneros polacos, donde se les
explotaba hasta la muerte. En aquellos momentos, las personas judías eran
concentradas en barrios de algunas ciudades, los “guettos”.
El segundo acto de la
barbarie comenzó con la invasión de la Unión Soviética en julio de 1941.
Comenzaron a producirse actos sistemáticos de exterminio de colectivos (pueblos
enteros, comunidades judías, autoridades políticas soviéticas…). Y comenzó una repugnante
búsqueda para llevar a cabo las matanzas de forma más eficaz. Auschwitz
adquiere protagonismo porque es donde se realizan los primeros ensayos de
cámaras de gas con el gas Zyclon B, en septiembre de 1941. En aquel momento,
Auschwitz era más un conjunto de campos con fines de represión política y
explotación económica, al que se llevaba a personas para que trabajaran hasta
su muerte por inanición, enfermedad, maltrato, ejecución o ensayo médico,
siendo sustituidas por otros prisioneros, de cada vez más países.
El tercer acto, y
definitivo, tiene un inicio impreciso. En los primeros meses de 1942 se ponen
en marcha mecanismos de exterminio masivo de personas, en especial judías, pero
también gitanas, eslavas y de otros colectivos considerados inferiores.
La película "La solución final" reproduce el acta encontrada de la reunión que se realizó el 20 de enero de 1942, conocida como "Conferencia de Wannsee". En esa reunión se discutieron los aspectos técnicos del exterminio de la población judía en Europa. Como señala Laurence Rees, los asistentes eran "funcionarios asalariados de una de las grandes naciones de Europa, y no terroristas clandestinos" y que "de las quince personas congregadas en aquella ocasión, ocho habían alcanzado el grado de doctor universitario".
Se crean campos exclusivamente para el exterminio y se transforma y amplía el de Auschwitz. La ampliación de Birkenau, adquiere especial relevancia, al convertirse en campo de concentración y exterminio a la vez. A su interior llegaban los trenes cargados de víctimas de totas las edades y en los andenes se hacía la macabra selección.
Se crean campos exclusivamente para el exterminio y se transforma y amplía el de Auschwitz. La ampliación de Birkenau, adquiere especial relevancia, al convertirse en campo de concentración y exterminio a la vez. A su interior llegaban los trenes cargados de víctimas de totas las edades y en los andenes se hacía la macabra selección.
A sus barracones y
cámaras de gas llegaron la casi totalidad de personas judías de la Europa
ocupada por Alemania y sus aliados. Especialmente importantes fue la deportación
de más de 400.000 de Hungría, o llama la atención la de más de 70.000 de
Eslovaquia, entregadas por un gobierno que tenía como presidente a un sacerdote
católico. Y se convirtió en el lugar donde más se ha matado y hecho sufrir de
la historia.
El documental "Shoah" (1985) recoge 10 horas de testimonios de supervivientes de los campos.
LA VISITA
Era una de mis visitas
pendientes. La deportación nazi en general y la Shoah siempre me han interesado,
como a muchas otras personas. Es una obsesión: entenderlo para evitar que
vuelva a ocurrir.
Es muy difícil
aproximarse al episodio histórico con la visita de los restos actuales. Todo el
entorno es completamente diferente. Oswiecim hoy es un suburbio del área
metropolitana de Katowice. La gran cantidad de respetuosos visitantes demuestra
que hay muchas otras personas con inquietudes, pero tampoco ayuda a captar lo
que allí se vivió.
Auschwitz I está muy museizado, como vemos en el entorno de estos barracones. Quedan pocos espacios con el aspecto que tenían durante la Guerra. |
Afortunadamente, entre
grupo y grupo, puedes encontrar algún momento de soledad y intentar imaginar la
vida en aquellos barracones, o la muerte en una de aquellas celdas. Pasear por
la “calles” de Birkenau te proporciona una idea de la magnitud de la barbarie.
Las vías y los andenes son tan macabros. De las cámaras y crematorios no queda
casi nada, pero los adivinas, junto al bosque.
Interior de un barracón de Birkenau. |
Las imágenes que te
vienen a la mente son las de las películas de ficción, fotografías y
documentales filmados por los propios alemanes o por los aliados. Y con ellas
“vistes” las ruinas o completas los barracones vacíos. Pero, en cualquier caso,
es necesario ponerte en el lugar de la víctima, por un instante sentir su
miedo, desesperación, sufrimiento, o al menos intentarlo, porque ciertos
sentimientos no se pueden imaginar.
Cuando entraba en
Birkenau llegó un grupo que vestía el atuendo de los judíos ortodoxos, y en el
centro llevaban a un hombre muy viejo en silla de ruedas. Cuando entraron en el
recinto cantaron una canción y más adelante se detuvieron y el anciano empezó a
hablar. Poco después una mujer del grupo repetía en inglés sus palabras:
hablaba del humo de las chimeneas, con toda seguridad de las chimeneas de los
crematorios, las que esparcían las cenizas de los que habían sido sus seres
queridos.
Porque, efectivamente,
aquel anciano era un superviviente. Se lo pregunté a los miembros del grupo y
me lo confirmaron, y les pedí que me permitieran saludar a aquel hombre y
ofrecerle mis respetos. Fue un momento importante para mí. Y espero que para
mis hijos.
ALGUNAS REFLEXIONES
Desde entonces, nos
hacemos muchas preguntas. ¿Se sabía lo que ocurría en los campos? ¿Las víctimas
no podían haberse rebelado? ¿Todos los alemanes fueron cómplices?
¿No sabemos ahora lo que
está ocurriendo en Siria y no hacemos nada? No solo no hacemos nada sino que no
estamos dispuestos a renunciar a un poquito de nuestro bienestar para acoger
refugiados. ¿Nos rebelamos ahora ante los recortes de nuestros derechos o esperamos
a que vengan mejores tiempos?
Un comentario especial
merece el concepto “banalidad del mal”, acuñado por Hannah Arendt cuando
analizó el juicio al nazi Eichmann en 1961. Según Arendt, Eichmann cometió
atrocidades más por la sumisión a un engranaje burocrático en el que quería
medrar, por sumisión a la autoridad que por ser un monstruo o un ser malvado.
Es inquietante. Los “kapos” o los médicos de los campos sí eran unos psicópatas
con carta blanca para actuar. Pero los millares y millares de hombres y mujeres
que participaron en los crímenes nazis eran en su mayoría personas que en otras
circunstancias se hubieran horrorizado ante el relato de lo que hicieron. ¿Qué
seríamos capaces de hacer nosotros/as por sumisión o por ascender en la escala
social? ¿O fue la espiral de la guerra la que ayudó a justificar el horror?
Sin abusar del símil
nazi, mecanismo que se utiliza demasiado frecuentemente y que acaba por vaciar
de contenido el argumento y ofende a las víctimas del nazismo, me parece
pertinente hacer algunas reflexiones en torno a la actualidad, a partir de lo
escrito anteriormente.
La justificación de la
desigualdad ya no se hace en el darwinismo social, entre otras cosas porque
sabemos muchas más cosas de la evolución de las especies, y no siempre sobrevive
el más fuerte o “el mejor” (habría que definir lo que entendemos por mejor).
Pero sí se hace en las supuestas cualidades de las personas.
La crisis económica
actual ha dado alas a una serie de teorías que, entre otras cosas,
culpabilizaban al parado de su desempleo, por no formarse, no reinventarse,
etc. Mientras tanto, glorificaban al emprendedor, identificándolo con el
empresario. Si el pobre se merece su pobreza por ser torpe, y el rico su
riqueza por su habilidad, las diferencias sociales se fundamentan en
diferencias naturales. Si trasladamos este silogismo a las naciones, la
conclusión racista es evidente.
El antisemitismo no ha
desaparecido. Por ejemplo, periódicamente lo vemos manifestarse en algunos
grupos ultras de equipos de futbol. Nada extraño si tenemos en cuenta que los
estadios han sido el principal refugio del fascismo en Europa en las últimas
décadas. Lo que me pareció muy inquietante fue el antisemitismo del movimiento
de la Plaza Maidán en Ucrania entre 2013 y 2014, tolerado y ocultado en
occidente porque convenía.
¿Es la islamofobia el
antisemitismo de hoy? Teniendo en cuenta las malas relaciones entre Israel y
los países de mayoría islámica cuesta un poco ni tan siquiera plantearse la
pregunta. Pero creo que podemos encontrar paralelismos. La demonización
acrítica de un colectivo, la atribución sin fisuras de unas características a
unas personas a partir de la profesión de una religión, etc., creo que acercan
la situación de los musulmanes de hoy con los judíos de hace 100 años.
En el fondo, el problema
está ahí, en pensar que todos los …. son unos ….. Identificar un colectivo con
unas cualidades (normalmente negativas, las positivas nos las reservamos a
nosotros) es el primer paso, el primer peldaño de una escalera que puede acabar
en cosas horribles.
¡Qué rápido decimos que
los sudamericanos son ladrones cuando vemos a un sudamericano robar! Sin
embargo cuando vemos por la tele a Bárcenas o a Millet no decimos que los
españoles o los catalanes somos ladrones, son los políticos. También es fácil
oír que todos los musulmanes son unos terroristas. ¿También los musulmanes
muertos en los atentados? La existencia de terroristas fundamentalistas cristianos, ¿me convierte a mí (que estoy bautizado) en terrorista?
No quiero decir que quien haga un comentario xenófobo sea partidario de los campos de concentración, ni mucho menos. Solo quiero destacar que son pasos de un mismo camino, y que para llegar a la barbarie, antes hubo que hacer millones de pequeños actos casi sin importancia.
No quiero decir que quien haga un comentario xenófobo sea partidario de los campos de concentración, ni mucho menos. Solo quiero destacar que son pasos de un mismo camino, y que para llegar a la barbarie, antes hubo que hacer millones de pequeños actos casi sin importancia.
Las dimensiones de Birkenau son estremecedoras. |
Mi visita a Auschwitz me
ha reafirmado en que hay que continuar luchando contra el fascismo y el
racismo.
Jo vaig decidir que el meu fill no podia esdevenir adult sense, abans, haver vist Auschwitz. L'hi vaig portar quan tania catorze anys. Crec que en va treure molt profit de la visita...
ResponderEliminarSalut, Manuel!
Hola Carles. Sí, aquest estiu hem anat tota la família. Confio en que els meus fills també treguin conclusions. Una abraçada molt forta!
EliminarGran artículo Manuel, un 10!!
ResponderEliminarGracias. Ahora, ¡a luchar!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarno pude terminar la visita cuando fui. Me sobrecogió También veo muchos paralelismos hoy en día. Luchamos contra un enorme mobstruo y somos tan pequeños... sólo queda mantener la dignidad y no colaborar... juntos, mejor
ResponderEliminarLa lucha de los pequeños puede convertirse en algo muy grande, más grande que el enorme monstruo. Seguro que coincidimos. Un abrazo.
Eliminarno pude terminar la visita cuando fui. Me sobrecogió También veo muchos paralelismos hoy en día. Luchamos contra un enorme mobstruo y somos tan pequeños... sólo queda mantener la dignidad y no colaborar... juntos, mejor
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