lunes, 20 de junio de 2016

CHAVS, CHONIS, XAVES Y LA CONCIENCIA DE CLASE



En 2011 se editó en Inglaterra un libro que un año después se tradujo al castellano: Chavs. La demonización de la clase obrera, escrito por Owen Jones (Sheffield, Reino Unido, 1984). Es una obra de las importantes, de las que hay que leer, y lo primero que hago es poner el enlace para que quien lo quiera, lo haga (clicar aquí). 





Este artículo tiene dos partes. En la primera haré un breve resumen de la obra, y en la segunda intentaré utilizar las reflexiones de Jones en mi entorno inmediato: l’Hospitalet y Catalunya. Si ya te has leído el libro, o sencillamente lo prefieres, puedes saltar a las Reflexiones.


Breve reseña


1. En la Introducción y en el primer capítulo, expone el “detonante” del libro: el desprecio con el que muchas personas, en privado o en medios de comunicación, tratan a una parte de la clase trabajadora, los llamados en Inglaterra, los chavs.

La palabra es de origen gitano, como “chaval”. Designa a las personas pobres con escasa formación académica, que tienen una subcultura, principalmente pero no exclusivamente, juvenil, y que se caracterizan en Inglaterra por: “llevan ropa deportiva de marca, bisutería llamativa, viven de las prestaciones y en viviendas sociales”. 

El personaje de Vicky Pollard en la serie de humor Little Britain ha sido uno de los principales mecanismos de demonización de los chavs.

Expone numerosos ejemplos en los que con total impunidad, numerosas empresas, medios de comunicación y personas, incluso las que se autodenominan progresistas, hablan de los chavs con sarcasmo, desprecio y con voluntad de segregación.

Especialmente, hace un análisis del papel de los medios de comunicación, de cómo aprovechan ciertos acontecimientos puntuales para demonizar a los sectores y barrios más pobres, de cómo son tratados de diferente forma un hecho parecido si los protagonistas son pobres o ricos.


2. El segundo capítulo, Luchadores de clase, es magistral. Analiza el origen de estas ideas, y lo sitúa en la lucha ideológica que se produce en el marco de la lucha de clases. La demonización de la clase obrera surge de las filas burguesas. Es un producto del neoliberalismo, de la ideología impulsada por la que fue primera ministra británica Margaret Thatcher entre 1979 y 1990.
 
Reagan y Tatcher, el inicio del triunfo del neoliberalismo.

El autor nos recuerda el carácter de clase de los partidos, y que los conservadores son el partido de los burgueses, de los ricos. ¿Cómo es que los pobres votan al partido de los ricos? Desde finales del siglo XIX, cuando el sufragio universal masculino se impuso, los partidos de los ricos han atraído el voto de los pobres con la religión, el nacionalismo y, como confesó un político conservador, “dando solo lo justo al número justo de personas”.

La parte del pastel que los ricos tuvieron que dar a los pobres se amplió considerablemente con el Estado del Bienestar a partir de 1945, conquistado por el voto a los laboristas y la lucha sindical. El Thatcherismo quebró la fuerza de los sindicatos, empezó los recortes (utilizando el concepto actual) y desarrolló la ideología que se puede resumir en la célebre frase: “no existe la sociedad, existen hombres y mujeres individuales”.

Sin embargo, Margaret Thatcher mentía. En un documento del Partido Conservador de 1976, del que ya era la líder, se decía: “No es la existencia de clases lo que amenaza la nación, sino la conciencia de clase”; la conciencia de clase de la clase trabajadora, se entiende. Los ricos sí que tienen claro que existen las clases y que tienen intereses propios y contrarios a los pobres, en el libro (y en la prensa diaria) tenemos infinidad de pruebas.
 


Por cierto, si queremos recordar estos años, también podemos ver algunas películas, como Billy Elliot (2000), Tocando el viento (1997) The Full Monty (2000), Pride (2015) o muchas de las que dirigió Ken Loach. Una buena lista de películas que describen la era de Thatcher la podeis encontrar aquí.

Fotografía real de los enfrentamientos entre mineros y policías en 1984, una escena que reproduce la película Billy Elliot.

Resumiendo, la ideología oficial era que ya éramos todos de clase media, y si quedaba gente pobre era porque se lo merecía y porque querían vivir sin trabajar aprovechándose de las ayudas sociales. “De la sal de la tierra a escoria de la tierra. Este es el legado del thatcherismo: la demonización de la clase trabajadora”, concluye Jones.


3. En el tercer capítulo Políticos versus chavs, nos muestra como el conservadurismo del primer ministro Cameron, él mismo un perfecto ejemplo de la élite social, continúa con ese legado del thatcherismo. Básicamente, insisten en que la pobreza es culpa de los pobres, que beben, delinquen, tienen hijos a los 14 años, etc. Y no al revés.

Pero es que el Partido Laborista en los años de gobierno de Tony Blair (1997-2007) y Gordon Brown (2007-2010) no actuó de forma diferente. Incorporó el discurso de que había una parte de la clase trabajadora que “no tenía aspiraciones” y “no trabajaba duro”, lo que justificaba recortes en el Estado del Bienestar que continuaban haciendo.

Mientras que la lucha por la igualdad de clase era liquidada y ridiculizada, la lucha por la igualdad entre comunidades étnicas seguía adelante, afortunadamente. Sin embargo, ése fue el caldo de cultivo para que parte de la clase obrera blanca tendiese a simpatizar con la ideologías racistas y contrarias a la inmigración.

En el Parlamento británico surgido de las elecciones de 2010, un 10% de sus miembros había trabajado en el sector financiero (causante de la crisis de dos años atrás) y solo un 3% procedía del sindicalismo. Este triunfo político de la burguesía va acompañado de un triunfo ideológico: la denigración de la clase obrera.


4. Los capítulos 4, 5, 6 y 7 muestran numerosos ejemplos de cómo ha ido empeorando la situación de la clase trabajadora británica desde los tiempos del thatcherismo, con total coincidencia en las políticas de conservadores (el PP de allí) y laboristas (el PSOE británico).

El empeoramiento se ha producido en todos los aspectos de la vida social: mundo laboral, sistema educativo, etc. El ascensor social se ha roto. Con algún elemento específico, como el tema de la viviendas sociales, la situación del Reino Unido es muy parecida a la nuestra.

Y muestra como se ha ido desarrollando la cultura de la ridiculización, el desprecio y finalmente el odio a los chavs, con la especial participación de la televisión, sin olvidarnos del cine, internet, el fútbol, el cine, etc. ¿Por qué ese odio a los más pobres?

“…es mucho más que esnobismo. Es lucha de clases. Es una expresión de la creencia de que todo el mundo debería volverse de clase media y abrazar los valores y estilos de vida de la clase media, dejando a quienes no lo hacen como objeto de odio y escarnio.”

Al final, de lo que se trata es, en primer lugar, de justificar las desigualdades: los pobres son pobres porque se lo merecen.  Las personas están en paro por sus deficiencias personales.

La demonización de la clase trabajadora es un modo implacablemente racional de justificar un sistema irracional (…) racionaliza una distribución enormemente desigual de la riqueza y el poder como justo reflejo de la valía y capacidades personales.”

Y en segundo lugar, recortar el Estado del Bienestar, porque solo sirve para que se aprovechen de él la “chusma chav”, mientras las honestas familias de clase media se esfuerzan por salir adelante.

Proclamar que la gente es responsable de su situación hace más fácil oponerse a las reformas sociales que de otra forma serían necesarias para ayudarla.”


5. El capítulo 8 describe como los partidos de extrema derecha han ocupado el hueco que la izquierda ha dejado en la lucha por la dignificación de la clase obrera. Los partidos neofascistas tienen cierto éxito con su discurso anti-inmigración entre la clase trabajadora no porque la clase trabajadora sea mayoritariamente racista sino porque al menos tienen un discurso dirigido a la clase trabajadora; eso sí, un discurso racista en el que tratan a la clase trabajadora blanca como un grupo étnico discriminado.

 
Owen Jones


En cada momento, la extrema derecha elige al chivo expiatorio para atraer voluntades. Años atrás fueron los judíos, los irlandeses, los asiáticos… hoy son los musulmanes. La islamofobia es el principal resorte de partidos como el BNP o el UKIP en Gran Bretaña y el Frente Nacional en Francia. Per concluye que el ascenso de la extrema derecha se debe a “la falta de representación de la clase trabajadora”.


6. La Conclusión es un digno colofón a un gran libro. Es una gran reivindicación del concepto de clase obrera y de la conciencia de pertenecer a ella. Y, evidentemente, la clase obrera existe en tanto que es  objeto de explotación y, además, de burla por parte la clase antagónica, los ricos, la clase burguesa.

Pero sobre todo es una reivindicación de una alternativa política para la clase obrera, que luche por empleos seguros y decentes, que defienda los servicios públicos, que afronte los retos mediambientales, etc. 

La nueva política de clases sería un comienzo, al menos para construir un contrapeso a la hegemónica e incontestada política de clase de los ricos. Quizá entonces sea posible otra vez una nueva sociedad basada en las necesidades de la gente, más que en el beneficio privado. La clase trabajadora se ha organizado en el pasado para defender sus intereses; ha exigido que se la escuche y arrancado concesiones de manos de los ricos y poderosos. Por mucho que se la ridiculice o ignore, volverá a hacerlo.


 
La entrevista que le hizo Évole a Jones en Salvados es fácil de encontrar en youtube o en la web de La Sexta.


Reflexiones


1. El clasismo, el desprecio de los pobres por parte de los ricos es universal. La democracia formal que tenemos en algunos países del mundo ha obligado a los ricos a ocultarla, porque dependen de nuestros votos para gobernar. De vez en cuando se les escapa un “que se jodan” cuando hablan de los parados, pero en general saben mentir muy bien.


2. En España o Cataluña también se da este desprecio, aunque probablemente no sea tan descarado como en la situación británica que describe Jones.  Aún recuerdo con horror los infames programas de Arús y Cárdenas, burlándose de los pobres porque no sabían hablar (1992…). Hay más ejemplos, pero creo que no hemos cruzado la raya de la impunidad.


3. En nuestro país los/las chavs corresponderían a los/as garrulos/as, chonis, etc. En Catalunya en torno a 1900 ya se empezó a hablar de los xaves.


De forma muy significativa también se les llama poligoneros/as, aludiendo a su origen en los polígonos de viviendas de clase obrera.


4. El clasismo también ha arraigado, lamentablemente, en la clase obrera. El paso previo es, evidentemente, la pérdida de conciencia de ser de clase obrera. Ahora ya nos consideramos de clase media e incorporamos el discurso de los ricos. Por tanto, los más pobres lo son porque se lo merecen, porque algo habrán hecho mal. Es muy triste ver como gente de extracción obrera califica de chusma a otros que son más pobres que ellos. En EE.UU. van más lejos y les llaman “basura blanca” (white trash).


5. Aquí también se está desmantelando el Estado del Bienestar. Ya empezó antes de la crisis, porque el neoliberalismo de PP y PSOE (el primero más que el segundo) ya compartían esos principios, como conservadores y laboristas en el Reino Unido.

Con las políticas de austeridad, presentadas como las únicas posibles para salir de la crisis, los ataques al Estado del Bienestar se han recrudecido.
Mucho antes de la crisis, la burguesía había empezado a romper el pacto social en el que se había basado el gran desarrollo posterior a la Segunda Guerra Mundial, y empezaron a reducir la parte del pastel que nos dejaba a la clase trabajadora. De hecho, ya nadie se acordaba que hace unas generaciones la clase obrera había dejado de ser revolucionaria a cambio de una parte significativa del pastel.


6. En ciudades como l’Hospitalet, un nuevo grupo social ha venido a ocupar el escalón más bajo de la sociedad: la inmigración extranjera. La xenofobia pude ser y en parte es la respuesta de los más pobres autóctonos que compiten por los cada vez menores servicios sociales. De todas maneras, puedo decir con orgullo que los brotes xenófobos son mucho menores de lo que podían haber sido.


7. Otra variable se suma a la situación compleja: la gran mayoría de los chavs locales corresponderían a los nietos de los inmigrantes españoles de hace 50 años. Con el ascensor social roto, estos jóvenes asisten al proceso independentista entre perplejos y enfadados, porque nadie les invitó ni tan siquiera a discutirlo. 


8. En conclusión, hay que reconstruir una política que delimite los intereses de clase y defienda los nuestros. Y hemos de incorporar a toda la clase trabajadora, incluyendo a la que escucha Camela o Junco. Y no porque pobrecitos también son de los nuestros aunque no lo sepan, sino porque no debemos dejarnos manipular ni dividir. Los ricos lo tienen claro. El multimillonario Warren Buffet afirmó: “ha habido una guerra de clases en los últimos 20 y mi clase ha ganado”.